sábado, 21 de mayo de 2011

Ni libre ni ocupado

 
 
 

La memoria muerta de la música

20 mayo 2011


Fue casual, como todo. La radio emitió el tema apropiado en el momento preciso. Tres o cuatro canciones después de tomar mi taxi comenzó a sonar The sun always shines on TV, de a-ha, y entonce ella estiró el ceño y dio un respingo y abrió la boca y al instante, como por instinto del decoro, se cubrió el rostro con ambas manos. Era, sin duda, la reacción de quien se ve sorprendido por un estímulo ya olvidado cuyo recuerdo emite de súbito imágenes y vivencias, también olvidadas, cual tsunami de múltiples olas.
En casos como este, los recuerdos son más importantes que la canción misma. Como una suerte de teletransportación. O un retroceso en lo más recóndito del alma.
Los de mi generación y anteriores tenemos una o varias canciones pasadas que iniciaron, sin querer, lo que ahora somos. Canciones cuyo rastro perdimos y sólo el azar encontró o se perdieron (como lágrimas en la lluvia) y tal vez vuelvan algún día. Canciones que no retomamos o sólo por azar porque aún no existía Yotube ni Spotify. No eran tan accesibles como ahora: escuchabas el tema en un garito y ahí quedaba, tarareada en tu recuerdo, pero no siempre era facil conseguir su título o intérprete y buscarlo en la tienda de marras o en las cintas TDK de un amigo.
Y esto mismo, en las próximas generaciones, ya no pasará. Ahora el acceso a cualquier canción es inmediato. Incluso tarareándola al micro del ordenador, la web de marras te chiva nombre e intérprete. Ahora el azar ya no será tan sorprendente como para aquella usuaria. Y todos esos recuerdos sonoros súbitos serán megas archivadas en carpetas. Y la memoria sonora será caché. Y la música perderá su excitante campo gravitatorio.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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